Piensa en alguna ocasión en que hayas sido feliz. ¿Cómo te sentiste?
Podemos decir pues, que la felicidad es
la suma de todas las pequeñas cosas del día a día que te alegran o ilusionan y
que al final del día te hacen decir, ¡soy
feliz ¡
Y para lograrlo, sólo tienes que escoger
una meta o algo que desees intensamente… Bien, si ya tienes claro tu objetivo,
cierra los ojos, siéntelo como tuyo,
visualízalo, ya lo has conseguido. Y ahora contesta a estas preguntas:
¿qué aporta a tu vida eso que has conseguido? ¿Hace que seas más feliz?
Si has contestado a estas preguntas de
forma positiva, no lo pienses más, ve a por ello, ese objetivo te aportará
felicidad, y el proceso que te acercará a él, también.
Permíteme que te muestre un ejemplo:
Imagina un escalador que se propone subir al Everest, cuando llegue a la cima
se sentirá en la cumbre de la felicidad, es lo máximo. Pues bien, no pierdas de
vista el proceso que le llevará a su objetivo, la alegría y las expectativas
los meses anteriores mientras prepara todo el proyecto, cuando compra las
herramientas, cuando lo planifica, cuando lo explica a la familia y amigos, ya
es feliz. Después cuando inicia el
recorrido, mirando la naturaleza, observando los animales, disfrutando de la
escalada, está en su mundo, es feliz.
Y por fin llega a la cima, y es ahí donde dice: ¡soy feliz!
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